Arenas fue implacable al expresar su voto negativo, después de que el candidato socialista pidiera a todos —a su grupo le pidió apoyo «con más convicción»— un voto de confianza: «Vamos a votar en contra porque el candidato es el mismo, el programa cortito, la única novedad es la bicefalia, en la que se ha acercado más Griñán a Valderas que al revés, pero debemos votar en contra de lo que nos han llevado a ostentar el récord de paro en Europa y a ser líderes en fracaso escolar».
El debate de investidura dejó una intenso duelo dialéctico entre Arenas y Griñán, pero no pudo extraerse de él ninguna primicia. Unos y otros se lanzaron los recortes como arma arrojadiza y ésta tuvo un efecto bumerán. El líder socialista ofreció diálogo «sincero» porque hay «espacios de coincidencia», pero puso sordina en su discurso a los recortes que deberá de acometer de manera inminente: los 2.690 millones de euros que tiene que amputar a los presupuestos de 2012 para rebajar el déficit del 3,22% de 2011 al 1,5% marcado por el Estado. «Díganos si va a afectar a la sanidad, la educación, los asuntos sociales, la dependencia», le preguntó Arenas sin éxito. «Si no, este debate terminará con un programa oculto del recortazo», lamentó tras afearle que «su única agenda pasa por la confrontación con el Gobierno de Europa y de España, cuando lo último que necesita Andalucía es que sea un campo de batalla» o un «fortín frentista».
Pero el presidente llevó los ajustes a su terreno: «Pero si son ustedes los que han hecho el recorte, cómo se lo pueden endosar a la izquierda». Recordó que Rajoy anunció que habría que reducir 10.000 millones en sanidad y educación, de los que, al menos, 1.800 millones corresponden a Andalucía». No obstante, garantizó que «vamos a cumplir el decreto ley (del déficit) porque no tenemos más remedio».
El dirigente popular, que se vino arriba en su segundo turno, insistió en que «tiene que recortar porque los ingresos eran rigurosamente falsos y se ha saltado a la torera el déficit de 2011». «Tampoco es obligatorio el cambio de ratio ni los recortes en Educación, Galicia ya ha dicho que no los va a hacer», señaló. «Con un 33% de paro quieren exportar modelos a economías que tienen un 8% de desempleo», ironizó. Además, «vende como planes de futuro mercancías averiadas», indicó en referencia al plan forestal y el otro de arreglos en colegios. Por último, apostó por estimular la competitividad frente a «la foto de la concertación social».
El día anterior había pontificado contra las políticas unidireccionales de la derecha europea y Griñán siguió ayer por los mismos derroteros: «Ya que no se pueden devaluar la moneda, se devalúan los salarios y la protección social». Desempolvó la estrategia de la confrontación, pero hábilmente le dio la vuelta: «El Gobierno de Rajoy tiene en el objetivo a Andalucía porque no ha votado lo que quería que votara». «Nosotros seremos leales, pero también se lo exigimos al Gobierno de España», dijo tras reprochar a Rajoy que «su programa no estaba oculto sino escrito al revés, porque hace lo contrario de lo que dijo».
Con permiso de los recortes, el fraude de los ERE tuvo su cuota de protagonismo. Lo sacó a relucir el líder del PP, pero Griñán, que el día anterior quiso hacer tabla rasa, no entró al trapo. «Es muy difícil presumir de ética tras haber negado diez veces comisiones de investigación en esta Cámara», le reprochó Arenas. «Toda su política de Empleo está pendiente de los tribunales; el abuso era conocido por el Consejo de Gobierno y no lo digo yo», sentenció.Hace mes y medio era una posibilidad muy remota. Pero ayer,
José Antonio Griñán, al que daban por
desahuciado incluso en sus propias filas, se convirtió en el dirigente socialista con más poder institucional del país.
Once votos de
IU —que se sumaron a los 47 de su partido, el
PP votó en contra— le permitieron retener, tras perder las elecciones, la Presidencia de la Junta, que todos habían dado por amortizada, a costa de ceder dos consejerías y una vicepresidencia a su antiguo rival político. El
PSOE seguirá gobernando —aunque «no será una ganga, exigirá sacrificios», apuntó Griñán— a costa también de convertir a Andalucía en un banco de pruebas para ensayar otras recetas contra la crisis, un «bipartito» —como lo bautizó
el líder del PP,
Javier Arenas— donde la izquierda se va a atrincherar para hacerle la oposición a Rajoy desde Andalucía.
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