La Junta ha perdido más de 30 millones de euros con Invercaria
El fondo público ha invertido 60 millones de euros en numerosas operaciones ruinosas y sin control
Día 06/03/2012 - 08.16h
«Si me comprometiera con la ética no estaría trabajando en esta organización». Así justificó Laura Gómiz, máxima responsable de Invercaria hasta el pasado 21 de febrero, la necesidad de hacer falsos expedientes para ocultar las irregularidades cometidas por esta agencia. Pero más allá del dinero prestado sin control ni «criterio» (la Cámara de Cuentas detectó este tipo de créditos irregulares por importe de, al menos, 50 millones de euros), el factor más lesivo para las cuentas públicas ha sido la desastrosa gestión de los dos presidentes que se han sucedido al frente del fondo: la propia Gómiz y Tomás Pérez-Sauquillo.
El saldo es demoledor. A lo largo de los últimos cuatro ejercicios, los números rojos de Invercaria superan los 30 millones. Sólo en 2010, las pérdidas ascendieron a 11 millones, casi un 60% más que en el año anterior, cuando se situaron en siete millones. Hasta 2008, Invercaria había sumado un resultado negativo de dos millones. Y aunque las cifras de 2011 aún no están cerradas, a juzgar por la evolución de sus empresas participadas, no serán mejores que las anteriores.
Cambio de modelo
¿Cuál es el origen de este agujero negro? Invercaria nació en 2005, cuando la Consejería de Innovación decidió reestructurar el antiguo Instituto de Fomento de Andalucía, el equivalente autonómico de la SEPI (Sociedad Española de Participaciones Industriales). Para ello, transformó esta institución en la Agencia de Innovación (Idea), para «adaptar su funcionamiento a las necesidades de los nuevos sectores estratégicos».
Bajo esta misma premisa, en el seno de la nueva Agencia Idea —la misma que ha gestionado el denominado «fondo de reptiles» de 647 millones del escándalo de los ERE— se creó el fondo público Invercaria, destinado a «reorientar los apoyos de la Junta a los proyectos que destaquen por su componente innovador».
La fórmula elegida para canalizar estas inversiones fue la de una sociedad de capital riesgo (cuyo objetivo es tomar participaciones en compañías con potencial de crecimiento). Por lo tanto, el gran reto era, supuestamente, fomentar la consolidación de un tejido de firmas tecnológicas.
Pero siete años después, Invercaria acumula en su balance decenas de inversiones fallidas, frente a un grupo muy limitado de éxitos. Y es que, al margen de los 30 millones de pérdidas que arrastra en los últimos cuatro ejercicios, ha desembolsado más de 60 millones para entrar en el capital de 250 compañías. Y para valorar el acierto de estas operaciones, sólo hay que estudiar la situación actual de su cartera de participadas, que es realmente crítica. Según el informe de la Cámara de Cuentas, en 2009 Invercaria tenía acciones en 40 compañías, de las que sólo cinco registraban un resultado positivo. El resto estaba en números rojos.
La culpa de estos pinchazos económicos no se debe, en exclusiva, a la crisis. Muy al contrario, desde 2005 la sociedad pública ha protagonizado numerosas transacciones sobre las que sobrevuela la sombra del tráfico de influencias. El gran ejemplo es Andalus Líneas Aéreas, presidida por José María Martín Delgado, consejero de Cultura en el segundo Gobierno de Manuel Chaves, y que sólo estuvo operativa un año y medio. La aerolínea le costó al bolsillo de los andaluces 1,11 millones, a través de dos préstamos participativos.
En paralelo, participó en empresas que, como Vitelcom (fabricante de teléfonos móviles), fueron sonados fracasos. De hecho, esta sociedad, que entró en concurso con una deuda de 174 millones en 2007, había recibido un crédito de seis millones un año antes. A esto se añaden maniobras que se contradicen con sus objetivos fundacionales (el cambio de modelo económico), ya que la Junta utilizó también Invercaria para solucionar sus problemas en otras empresas públicas, tal como ocurrió en 2006, cuando rescató a Fasur, proveedor de la extinta Santana Motor, con la toma del 62% de su capital. Y como telón de fondo, la auditoría de la Cámara de Cuentas en la que se señala que una parte sustancial de sus fondos se concedieron de manera opaca, y esa frase de la expresidenta, Laura Gómiz, de que «todos los que están por encima lo conocían».
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