España
De revolucionarios a panda de robaburros
Sánchez Gordillo se convirtió pronto en el icono de una izquierda rural y proletaria que edificaba viviendas en autoconstrucción y que explotaba tierras de forma mancomunada
Día 08/08/2012 - 14.54h
Hubo
un tiempo en el que las acciones de los jornaleros de la Sierra Sur
desprendían un aroma a romanticismo revolucionario que despertaba cierta
solidaridad. Los discípulos del Sindicato Obrero del Campo
(SOC) ocupaban latifundios con ardor decimonónico y exigían una reforma
agraria perfectamente encajable en el proceso de modernización que se
acometía en la incipiente autonomía. Juan Manuel Sánchez Gordillo,
elegido alcalde de Marinaleda en las primeras elecciones municipales de
la democracia, se convirtió pronto en el icono de una izquierda rural y
proletaria que edificaba viviendas en autoconstrucción y que explotaba
tierras de forma mancomunada.
Sánchez
Gordillo hizo pronto a Marinaleda famosa en toda España como un
microlaboratorio comunista y símbolo de la izquierda utópica. También se
hizo con el control del SOC, jubilando a los fundadores del sindicato y
amortizando su fuerza como corriente política a través de la CUT-BAI,
que se haría decisiva en el equilibrio interno de IU-CA en Sevilla.
Sánchez Gordillo hizo pronto a Marinaleda famosa en toda España
Pero
el paso de los años no parece haber sentado bien a los utópicos
revolucionarios, cuyas acciones han derivado en algaradas violentas más
propias de pandillas de barrios que de idealistas políticos. La acción de ayer,
en la que resultaron heridas dos cajeras y que el supermercado asaltado
denunciará como un robo, no es la única que los otrora pacíficos
activistas. Hace cuatro meses, el día de la huelga general, los hombres de Sánchez Gordillo irrumpieron en un restaurante de Lora de Estepa al mando del diputado autonómico
para, según denunció el propietario del establecimiento, forzar su
cierre y robar diversas viandas mientras gritaban «¡fascistas!» a la
familia propietaria y a los clientes.
Concretamente,
el dueño del local El Hacho II —que incluye una tienda de comestibles
junto al restaurante— detalló que los asaltantes sustrajeron latas de
aceite de oliva de 2,5 litros y cántaras de cinco litros; latas de carne
de membrillo de 1,9 kilos y varias garrafas de vino de dos litros, con
un valor global de 503 euros. La víctima situó a Sánchez Gordillo como responsable del piquete,
y resaltó que en ningún momento intentó impedir el saqueo. Los ideales
que movían al movimiento jornalero parecen haber quedado en mera
coartada ideológica para asaltar supermercados y ventas como unos meros
robaburros.
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